(1798-1873)
A comienzos del siglo XIX, en los escenarios de Montevideo y Buenos Aires surgen tres grandes figuras: Trinidad Guevara, Juan Aurelio Casacuberta y Luis Ambrosio Morante, cuyas trayectorias artísticas han sido de gran relevancia, prestigiando así al teatro de ambas orillas.
Nuestra biografiada fue una verdadera precursora en la lucha por el posicionamiento de la mujer, tanto en lo personal como en lo profesional. A doña Trinidad Guevara, aclamada actriz, se la consideró por mucho tiempo oriunda de Buenos Aires, pero quedó fehacientemente comprobado que nació en el suroeste de la Banda Oriental.
Fue el genealogista argentino-oriental D. Hernán Lux-Wurm quien dio a conocer su partida de bautismo en el pueblo de Villa Soriano: “…en el día 3 de junio de mil setecientos noventa y ocho, bauticé solemnemente a una niña de veinte y tres días de nacida, a quien puse por nombre Trinidad, hija legítima de Joaquín de Guevara Basconcelos y de Dominga de Cuevas, vecinos de este partido. Fueron padrinos don Juan Correa y María Úrsula Rodríguez, a quienes advertí el parentesco espiritual y obligaciones que contraer, de que certifico”. (Archivo Parroquial de Santo Domingo Soriano, Libro 1 de Bautismos, folio 234 vto. de la numeración original y 230 vto. de la numeración en tinta azul. Acta firmada por el Doctor Juan José Andrade. Derechos 12 reales).
Los padres de Trinidad habían contraído matrimonio en dicha localidad sorianense el 6 de noviembre de 1797 (Libro de Matrimonios 1 folios 4 vto./5, acta 16), figurando su padre Joaquín Ladrón de Guevara como natural de Castilla la Vieja en España y su madre como Dominga Cuevas, natural de Santo Domingo Soriano.
Su padre don Joaquín, apellidado Ladrón de Guevara, era un castellano viajero y desclasado. El apellido “Ladrón” es una deformación de “Larrón” que significa “hombre grande”, que proviene de la heroica tradición de Castilla, vinculado con la Casa del Duque de Bretaña.
Por la línea femenina, nuestra actriz tenía ascendencia indígena por su bisabuela materno-materna María Monzón, de nación guaraní. Santo Domingo Soriano fue fundada en 1624 como una reducción de indios chanáes en la isla del Vizcaíno y luego trasladada a tierra firme, constituyéndose en el asentamiento más antiguo de nuestro país.
La familia de Trinidad decide trasladarse a Montevideo en 1806. Seis años más tarde, su padre, que tenía vinculaciones en la Casa de Comedias de Montevideo, se la presenta a Bartolomé Hidalgo, el creador de los cielitos patrios quien inmediatamente vió en ella grandes condiciones guiándola en sus primeros pasos, escribiendo sus libretos y guiones.
En 1814, el periódico “El Sol de las Provincias Unidas” ya destacaba su actuación escénica en Montevideo, junto a Petronila Serrano.
Su fama iba creciendo y estrenó en la Casa de Comedias “Dido, reina de Cartago” de Juan Cruz Varela, entre otras.
Aparecía en escena ataviada de reina o de duquesa con lujosa vestimenta y peinada por Andrés, el más prestigioso peluquero de la época, bajo la mirada atenta de las jóvenes, señoras y caballeros de todas las clases sociales.
Uno de los críticos más severos e importantes de entonces, Juan A. Wilde, al referirse a la actriz dice en una de sus crónicas: “…se trata de una mujer interesante, sin ser decididamente bella, de muy esbelta figura, finos modales y dulcísima voz; pisa con gallardía las tablas y tiene lo que se llama posesión del teatro…”.
Muchos fueron sus admiradores, entre los cuales se encontraba Manuel Oribe, con grado de Capitán del Cuerpo de Caballería. Fruto del romance con este militar nació una niña en 1816, a la que pusieron el nombre de Carolina y que se casaría joven con don Avelino Lerena, sin dejar descendencia.
Para la familia Oribe la boda con Manuel era impensable y le hicieron entender a Trinidad que sería muy difícil continuar su carrera artística con esa criatura y ofrecieron cuidar de ella, le dieron su apellido y como padrino de bautismo nombraron a Gabriel Antonio Pereira, futuro presidente de la República.
En 7 de octubre de 1817, cuando entraban a Montevideo las fuerzas de Lecor, el Capitán Oribe, también futuro presidente de la República, cruza el río en la sumaca portuguesa “Astrea”, con Trinidad, un esclavo, presumiblemente Dionisio Oribe y otros viajeros, entre ellos, la actriz Petronila Serrano y el hijo de ésta, Francisco Quijano.
Ya en la capital porteña Trinidad se convierte en la primera figura femenina de los teatros Coliseo y Victoria. En 1819 nace su segundo hijo, habido con un acaudalado porteño, lo llamó Caupolicán, y por unos meses se retiró para cuidar del niño.
Trinidad va logrando los más elogiosos juicios de los críticos, pero también los más duros ataques de quienes se consideraban dueños de la moral de la época. Una de sus contrincantes, Francisca Ujier, aprovechó el momento para intentar arrebatarle el sitial de primera actriz, valiéndose de todos los medios a su alcance para destruirla, pero le fue imposible. Trinidad volvió a las tablas y el público la volvió a ovacionar aún con más devoción.
En varias ocasiones, la celebrada comediante formó rubro artístico con Casacuberta y sus veladas alcanzaban un brillo inigualable. En su repertorio también escenificaron obras universales como “Hamlet” y “Otello” de Shakespeare, “El Cid” de Corneille, “Orestes” de Alfieri, “La escuela de las mujeres” de Moliere.
Asombró al público, interpretando el papel masculino de “Pablo y Virginia”, vistiendo ajustados pantalones en una verdadera demostración de audacia escénica para aquellos años.
Al igual que ella, los otros dos grandes comediantes, Juan Casacuberta y Ambrosio Morante, conocieron muchas horas de gloria como también muchos días de angustias pautados por los trágicos acontecimientos políticos que, con dolor y sangre, conmovieron nuestras tierras.
Ellos y otros artistas debieron cruzar varias veces a lomo de burro los Andes para lograr el sustento en los teatros chilenos, llevando el prestigio del incipiente teatro rioplatense. Trinidad también actuó en teatros del norte argentino y Brasil.
Más hijos fueron llegando. La sexta, llamada Laurentina, la acompañó hasta los últimos días de su vida. En 1856, después de 45 años de actuación, la gran actriz anunció su retiro.
Falleció 17 años después en Buenos Aires a los 75 años el 24 de julio de 1873. Con relación a su muerte, han corrido numerosas versiones, pero en la partida de defunción se establece que sus restos fueron llevados al Cementerio del Norte (Recoleta) con licencia para sepultarla concedida por el cura párroco de San Nicolás de Bari, en la bóveda de Eulogio Zemborain, persona muy vinculada a la vida teatral porteña en la época de Rosas.
Trinidad Guevara fue en su hora, por su temperamento, su decisión y su carácter, un grito de renovación dentro del estilo dramático del viejo teatro español que predominaba en estos países. Su arte fue moderno y refinado creando para la escena rioplatense una nueva modalidad.
Hoy el Teatro Municipal de Buenos Aires “Trinidad Guevara” es la sede oficial de la ciudad de Luján. Llevan el nombre Trinidad Guevara los premios anuales otorgados por el Ministerio de Cultura de la ciudad de Buenos Aires, en cada rubro del quehacer teatral. En la ciudad de Mendoza se creó el “Centro Cultural Trinidad Guevara”.
Una calle de la capital porteña, en Puerto Madero, la recuerda; del mismo modo que otra arteria de la capital cordobesa. También nuestra capital montevideana, concretamente en el barrio de Piedras Blancas, la nomenclatura le rinde homenaje.
En conmemoración de los 400 años del inicio del proceso fundacional de Villa Soriano, que tendrá lugar a lo largo del año 2024, la Junta Local de dicha localidad organizó un sinfín de actividades, entre las cuales, el Instituto Nacional de Artes Visuales convocó, en su homenaje, a propuestas de arte público conmemorativo.
La obra y el legado de esta mujer singular y pionera merecen ser recordados.
Bibliografía
Marcia Collazo: “Seguirte el vuelo: amores y desamores en la historia uruguaya”, págs. 57 – 86. Ediciones Banda Oriental. Montevideo, 2015.
Ángel Curotto: “Trinidad Guevara 1798 – 1873”. Almanaque 1982 del Banco de Seguros del Estado, págs. 106 a 109.
Lux-Wurm, Hernán – Silva y Antuña, Julio C.: “Personalidad y Genealogía de Trinidad Guevara. Primera gran actriz de la época colonial en el Río de la Plata”. En Revista del Instituto de Estudios Genealógicos del Uruguay N° 9, págs. 122-125. Montevideo, 1989.
José de Torres Wilson: Montevideo: LA REPÚBLICA: EBO. Historia uruguaya. Los Hombres/4 “Oribe, el drama del Estado Oriental”, pág. 32. Ediciones Banda Oriental. Montevideo, 1998.
Ariel Mastandrea (sitio web): www.montevideoantiguo.net/trinidad-ladron-de-guevara/
Alcira Rizzi
Comisión de Biografías